Alma mía, vengo a visitarte. Soy
un corazón en busca de tu sabiduría, de la luz que emanas en tu conexión con la
Fuente de Amor Divina en la que bebes aguas de paz y dulzura.
Soy un corazón inquieto en
un mar emotivo turbulento, me asaltan las dudas y me siento confuso.
A veces mis decisiones y mis elecciones
me hacen sentir culpa y miedo. Culpa porque elijo aquello que a los seres queridos
no les conviene, respecto a mi modo de vivir y mis necesidades, respecto a mis
valores actuales, a la posición que he decidido tomar para seguir mi camino en
armonía conmigo mismo. Soy un corazón que no quiere hacer sufrir a ninguna criatura,
pero oh, Alma mía, tampoco puedo permitirme sufrir yo, tampoco puedo vivir en
la angustia de negarme a mí mismo para llenar las carencias de otros, para
colmar sus expectativas, para estar siempre disponible ante sus respuestas.
Alma mía, ¿cómo aquietar este
calor que me encoje? La presión es difícil de soportar y no puedo respirar. Siento culpa respecto a estas decisiones en relación al otro, y en relación a mí
mismo, porque a su vez, si cedo, me traiciono.
Necesito luz y sabiduría en
medio de esta soledad y de esta duda. Alma
mía, bien sabes que deseo el bien para todas las criaturas, máxime para
aquellos con quienes comparto el camino. Ayúdame a salir de este remolino de
confusión y tormento.
“Oh, lindo corazón, nada temas.
Entra en mi ritmo. Que tu cuerpo ponga su mano derecha sobre el pecho y tu mano
izquierda sobre el vientre. Respira suavemente, inspira y escucha el tintineo
del cielo que los ángeles crean con campanillas estrelladas, cascabeles de
flores y crótalos de haces dorados. Expira suavemente y libera tu congoja,
relaja tu cuerpo con cada espiración, suspira y libera. La Madre Tierra
sustenta tu cuerpo, siente su energía ascender por los pies hasta ti. Siente
también el Cielo, rayos luminosos bañan tu cabeza y llegan hasta ti. Acoge en
tu interior estas energías del Cielo y de la Tierra.
Este es tu rincón de sosiego y
silencio en el que nos encontramos y llenamos la mente de pensamientos de paz y
bien, de perfumes de delicadas flores que envuelven todo tu ser.
Corazoncillo tierno y sensible.
No cargues con el peso de todos tus actos como si fueras los cimientos que sustentan el mundo. Cada ser humano, cada corazón, ha de sustentarte en la energía del
Amor Divino, ahí está su fuerza. Cada día, y más en los momentos de tormenta, es necesario
permitir al corazón estos momentos de sosiego y de encuentro.
Tu intención y tu voluntad están
orientadas hacia el bien y te inspiras en la Energía Divina manifestada a través
de la belleza, de la naturaleza, del mar, de las rocas, de la brisa, del sol,
de la luna, del cosmos.
Mi querido corazón, siente tu
propio espacio en el que palpitas y existes, siente la unidad con cada corazón
formando vínculos con el Amor Divino que os nutre con su vitalidad. Cada ser
amado por ti está recibiendo esta misma energía pura de Amor Eterno, consciente
o inconscientemente. Al igual que tú, cada corazón que amas ha de ir al
encuentro con su almita, y desde ahí con la Fuente del Amor.
Vosotros, corazones, sois
pequeñas criaturas sustentadas por miles de seres de luz que os acompañan,
aunque a veces sólo los invocáis cuando estáis desesperados y perdéis el
equilibrio, pero ellos siempre están pendientes de ayudaros.
Sabes que vivo en esta dimensión
menos densa de Luz pura y de Presencia Divina, corazoncillo, deja que pueda
mecerte y acariciarte como si fueras un bebé, descansa un rato aquí cobijado y
llénate de coraje, regenérate en este reposo.
Eres un pequeño capullo de flor absorbiendo
vitalidad, siente como tus venas se fortifican y refrescan, siente la potente vibración
amorosa del Universo en tu materia densa, siente, siente, siente.
Quédate el tiempo que necesites
junto a mí y, cuando hayas absorbido toda la sustancia vital que necesitas, siéntete florecer poco a poco, siente como tus pétalos se abren y se estiran
poco a poco, siente la luz, el brillo de estos pétalos, sienten como relucen e
iluminan tu pensamiento aquietado o aún algo agitado, siente, siente, siente.
Corazón, esta flor y sus pétalos como alas de pájaro aligeran tu sensación,
eres un corazón libre siempre, tus alas son estos pétalos blancos que irradian
ahora luz Divina.
No te olvides, vuelve siempre a
este centro creado en tu interior, a este santuario de sanación donde
encontrarás guía y renovación.
Corazoncillo, gracias una vez más
por tu visita y por el encuentro con tu esencia de Luz y Amor. Siempre te estaré
esperando, en el día y en la noche. Tu Alma siempre está aquí, en el día a día,
en cada aquí y ahora.”
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